viernes, 18 de febrero de 2011

El Pro es la gestión pública sin sentido


El PRO huele a viejo

Cuantos reflejos del pasado encierra la candidatura de Miguel del Sel en el Pro de la Pcia de Santa Fe o la del sojero terrateniente Olmedo en Salta. Ecos perfectos de una de las etapas más perversa de la historia argentina en donde poderosos aparatos empresariales cooptaron las instituciones democrática como ser los partidos políticos y los convirtieron en factorías virtuales vacías de participación popular, vacías de debates, dejando de formar cuadros problematizadores del país porque ese lugar estaba reservado para los yuppies financieros o tanques de pensamiento. El capitalismo financiero impuso así su triunfo sobre el desarrollismo y en el país paso a ser  más importante un gerente de finanzas que un Investigador o un intelectual.
El Pro es la caricatura perfecta del neoliberalismo de los 90. Se ríe de la política, la desprecia igual que al hombre humilde que sale con un bolso de herramientas a las 05.00hs de la mañana para ganarse su pan.
Los Propersonajes que se inmaculizan demonizando todo lo que provenga de la acción política militante y del Estado como regulador social. Estado que aborrecen cuando les reclama aportes y responsabilidad social pero que siempre apetecen controlarlo o maniatarlo si no son gobierno. Al Estado lo conciben como un instrumento de sojuzgamiento de la clase trabajadora, como aparato de disciplinamiento de los intelectuales y como modelador de la opinión pública para estandarizar a la ciudadanía. Pero el Estado es la palanca de su enriquecimiento y el arma más eficaz de represión al servicio de la inmovilidad social que los encuentra a ellos en la cúspide de los privilegiados. Fuerza y ley de su lado para legitimar el saqueo, control de las variables macroeconómicas para que siempre desnivelen en favor de sus empresas, aturdimiento cultural para adormecer a las masas promoviendo la desmovilización y el individualismo, en definitiva vaciamiento del sentido del Estado.
El Pro elige a Miguel del Sel y seguro a otros caraduras mediáticos, Menem elegía al soldado chamamé, Palito Ortega o Ricky Maravilla, es lo mismo. Desnudan así sus baches, su falta de cuadros comprometidos con la gestión pública, confiesan de esta forma que lo público no les interesa y entienden que cualquiera puede estar allí ejerciendo el sin sentido.
El Pro promete lo nuevo, confiesa su destilada forma de hacer política que dicen: es tan pura y moderna que deja de ser política… es otra cosa que nunca descifran. El Pro dice que huele a nuevo y por eso los porteños (expertos consumidores compraron y bebieron). Ahora es tiempo de realidades, de verdades, la copa amarilla está llena y su aroma sabe tanto a los viejos y conocidos sabores del conservadurismo reaccionario criollo que apesta. Habrá que animarse entonces a probar nuevos sabores, nuevas formas, nuevas copas, nuevos encuentros en donde la política vuelva a ser el mejor camino para descubrir sentidos.

Ricardo Barrientos

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